viernes, 4 de diciembre de 2015


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UNA AMBICIÓN EN EL DESIERTO, Albert Cossery. Pepitas de Calabaza.  


Una revolución se cierne sobre Dofa, un pequeño emirato ubicado en el Golfo, y aunque el autor nunca dice de cuál, el lector terminará deduciendo que se trata del Pérsico, ¿dónde más si no?, un lugar rodeado de petróleo y donde el paisaje está enmarcado por el hermoso desierto –que aquí no se siente agobiante, sino por el contrario atrayente–, el mar y el oasis en que se encuentra emplazada la ciudad.

Lo particular de la historia es que precisamente en Dofa, mientras sus vecinos viven sobre un subsuelo rico en petróleo y la opulencia y el consumo son el orden del día, por alguna razón inexplicable, no hay una sola gota y el país vive en el letargo propio del olvido, después de que fuera abandonado por todas las multinacionales que alguna vez lo atiborraron con sus ingenieros, equipos y la aparente prosperidad que traían tras de sí.

Esa es precisamente la riqueza del país: su pobreza, que lo preserva de toda banalidad y ambición de occidente que al no ver nada en ella la deja en paz y con ello a sus habitantes que pueden vivir de un modo simple y con los deleites profundos que dan el amor, la música y el goce de compartir con los amigos.  Pero hasta en el paraíso hay tormentas y es así como sin aviso previo en la ciudad empiezan a presentarse una serie de explosiones acompañadas de unos cuantos panfletos promoviendo la revolución social.

A partir de estos hechos, se desarrolla toda la trama de la novela que uno no quiere soltar y que se descubre leyendo a párrafos entre los cambios de semáforo, en la fila del banco o mientras espera el ascensor.  Pues bien, a partir de los atentados, cada quien intentará entender a su manera el origen de la revuelta y actuará conforme a su alma y a donde su espíritu lo vaya llevando, porque eso es lo que prima en los personajes del libro: un alma pura, un aire romántico y algo exótico, propio del medio oriente y toda su cultura.  Samantar –el protagonista– no tiene otro camino que abandonar su vida de ocio y de placer para intentar descubrir a los conspiradores y neutralizarlos antes de que sea demasiado tarde, esto es, antes de que Dofa pierda su invisibilidad ante sus vecinos y entonces éstos –todopoderosos– decidan realizar una intervención.  Su móvil sin embargo no es el amor por la patria, sino el temor de perder la tranquilidad absoluta en la que transcurre su vida y los placeres mundanos de los que hace gala.


Sin duda Cossery logra reflejarse en sus personajes –en especial en Samantar– quienes tienen un gusto particular por no hacer nada, no poseer nada y por el contrario cultivar el arte de la seducción y, cómo no, del hedonismo a ultranza.

jueves, 26 de noviembre de 2015

AHORA, Brigitte Giraud.  Contraseña Editorial, 2014



Esta noche se ha muerto Claude. Yo lo quería.”.  Así nos introduce la escritora a uno de los episodios más tristes de su historia: la muerte accidental de su compañero de vida por veinte años, el padre de su hijo.  Es pues la narración de una pérdida, el dolor que ella produce y la manera como lo asume aquel o, en este caso, aquella que la sufre.  Ya lo hemos visto en Lewis en Una pena en observación, en Te me moriste del lacrimoso Peixoto, o un poco en el propio Magris en Así que usted comprenderá; cada uno de ellos como observador de su desdicha, describe a su manera su propia pesadilla.

Porque así como el amor es universal lo es también la muerte y no nos deja indemnes por más fuertes o lejanos que tratemos de estar de ella, ambos nos esperan a la vuelta de la esquina y aunque ingenuos intentemos evadirles, en cualquier momento podemos ser tocados tanto por el uno como por la otra.  Pues bien, Giraud en medio su estupor ante el hecho describe el peso de las costumbres, de los ritos y cómo terminamos aceptándolos doblegados por la realidad, las palabras sin sentido, la vida que sigue contra toda esperanza, la soledad y lo que es peor el descubrimiento de que se era feliz con el otro y no se tenía idea de ello.

Agradezco al librero que entre otros me presentó la única obra traducida al español de Giraud y aunque me han dicho que desconfíe de los escritores jóvenes, he decidido darle el beneficio de la duda hasta tanto haya por ahí un nuevo libro suyo por leer.

9/11/2014

EL VIAJE DE INVIERNO, Georges Perec

Ed.  Verdehalago. 2004.


El libro es una belleza, corresponde al ejemplar 997 de un tiraje de sólo 1000 libros numerados a mano por alguien de  Verdehalago, tal vez por Angel, Iván o Jorge, los vendedores de esta primera edición en español, desde que fue publicado en 1993 en francés, ya muerto Perec.

Para mi es todo un hallazgo, un poco parecido al que tiene Vincent Degraël el protagonista del libro quien ojeando una biblioteca encuentra un libro de un autor desconocido que lo cautiva.  En la vida el encuentro con ciertos libros es casi fortuito; de todo el mundo de libros que están ahí, en una librería o una biblioteca esperando por ser leídos, de pronto sientes que uno de ellos es especial, casi que te mira, que te habla.  Lo he sostenido siempre.  Hablando algún día de esto con un compañero de la Universidad, me refirió lo que sostiene Cees Nooteboom en "Tumbas de escritores y poetas", al pasar por la tumba de Heimito von Doderer: "(...) a veces, por la noche, oigo al libro [ Las escaleras de Strudlhof ] gruñir, quejarse o amenazar, y luego dice que la vida es limitada y que ya es hora de que lo lea de una vez, antes de que yo mismo desaparezca".

Pues bien, algo así es lo que le pasa a Vincent, un estudioso que estando en Francia a punto de comenzar la segunda guerra, halla este libro: El Viaje de Invierno de Hugo Vernier, escrito a finales del siglo XIX que lo introduce en un viaje del que no logra salir más.  La impresión sobre el libro y el descubrimiento que hace de él y la importancia de su escritor se le convierten en una obsesión que lo acompaña hasta su muerte.  Nada difícil de entender, un conspiración como la descubierta por Degraël, amerita sus esperas, sus búsquedas, sus desvelos y hasta su locura.

Definitivamente un rato de buena lectura, ahora sólo me queda esperar cual de los libros que tengo en mi mesa de noche me escoge para que lo lea.

28-01-2014.
PURGATORIO, Tomás Eloy Martínez - Alfaguara.

Un regalo fortuito puso el libro en mis manos. "Es un libro que narra la historia de un amor que se reencuentra después de muchos años", me dijeron. Yo, que creo en los amores para siempre, lo leí de inmediato.

Y sí, en Purgatorio, Tomás Eloy nos habla de la obsesión de Emilia quien a sus sesenta años todavía espera el regreso de su amor perdido, aunque debería decir desaparecido, hace más de treinta. Una paradoja si se tiene en cuenta que tanto ella como Simón - su esposo - eran topógrafos de profesión. Difícilmente hay una persona que sepa tan bien donde se haya, dónde es que tiene puestos los pies en la tierra que aquel que levanta y dibuja cada día planos de vías, regiones y ciudades. Es ahí donde uno se da cuenta de que en la vida nada es real, todo es una ficción. Nada existe sino ha sido identificado, nominado y luego ubicado de alguna manera entre coordenadas; por lo mismo: para que algo deje de existir basta con que sea "borrado del mapa". Se vive a merced del dibujante.

Todo esto como única excusa para llegar a la verdadera obsesión del escritor que es la misma de muchos argentinos que padecieron la dictadura: el recuerdo constante de la pesadilla, la desaparición de sus seres queridos, la indolencia de algunos de sus congéneres, el desarraigo que conlleva el exilio y la esperanza constante del regreso de aquellos que se perdieron en el Tucumán, en los centros clandestinos de detención o en el Río de la Plata.

 "Los amigos del barrio pueden desaparecer" nos decía Charly, nos lo confirmó Sabato en su doloroso informe " Nunca Más", Olivera en su " Noche de los Lápices" y todos los demás, cada uno a su manera como una forma de exorcizar el pasado; de garantizar que nadie olvide lo ocurrido como una especie de contra para que no vuelva a suceder. Martínez nos plantea una búsqueda incesante a través de la vida que no para, que continúa inexorablemente y en la que lo único que permanece estático, inamovible, es el recuerdo.

25-05-2014

VOCES DE CHERNÓBIL Crónica del futuro,  Svletana Alexievich.  Penguin Random House. 2015.

- CUANDO LA VIDA DEJA DE SER TODO LO QUE CONOCES -


No sé si Svletana Alexievich merece o no ser reconocida con el Premio Nobel, tampoco quiero entrar en esa discusión que además de pretenciosa me parece un tanto inútil.  Lo que sí sé es que Voces de Chernóbil merece –por mucho- ser leído.  Más que del drama de la explosión de uno de los reactores de la Central Atómica de Chernóbil en una madrugada de abril de 1986, el libro de lo que nos habla es del Hombre Soviético, de lo que significa serlo y de cómo condiciona la manera de actuar de cada individuo ruso en su ámbito privado y respecto del colectivo.

El modo de ser soviético es fruto de la mezcla de vivencias extremas como la revolución, la Gran Guerra, el cerco de Leningrado, temperaturas inclementes, Pogromos, expatriaciones, Gulags, Stalin; todo esto traducido en un sentido profundo del sufrimiento, un fatalismo al exceso, una sensación permanente de ser engañado, negación y nihilismo. Educado en un sistema que le provee de lo básico y que decide su destino, en términos generales el hombre soviético es un hombre inocente y desvalido, sin ninguna iniciativa.  En palabras de Natalia Arsenievna – una de las voces a las que Alexievich da eco – “…Han hallado el sentido y la justificación de cuanto ocurre en el propio sufrimiento, lo restante parece no tener importancia…”.  Por otro lado, preparados por décadas para responder a la guerra, a los ataques de occidente; entienden la vida como una lucha, para ellos la victoria no es un acontecimiento, sino un proceso, con una permanente necesidad de encontrar un lugar para “dar muestras de valor y heroísmo”.

No de otra forma se explica la manera como toda una sociedad, cada quien desde su perspectiva social y cultural, respondió a la peor tragedia de origen nuclear que la humanidad haya imaginado.  Después del incendio, nada volvió a ser igual.  Aunque el sol siguiera brillando, los campos produciendo, los ríos corriendo, toda la vida había dejado ser lo que había sido hasta entonces.  Un estado de guerra sin guerra, los hombres reclutados para atender el desastre: hombres indefensos puestos en la línea de fuego que mueren como en la guerra, pero en tiempos de paz, evacuaciones, campos abandonados, niños indefensos, jóvenes viudas, el silencio del gobierno y claro, la muerte que parece ir de fiesta por toda Belarús.

El libro permite que oigamos la voz – que más que voz es el grito – de hombres, mujeres y niños que de alguna manera vivieron ese Chernóbil que aún hoy no comprendemos y que nos muestra una vez más la infinita fragilidad del ser humano.